EL VIAJE AMERICANO DEL BOTÁNICO ALEMÁN EDUARD OTTO

EL VIAJE AMERICANO DEL BOTÁNICO ALEMÁN EDUARD OTTO
Cultura y sociedad americanas vistas por un europeo*

Résumé[1]

Le voyage américain du botaniste allemand Eduard Otto

Culture et société américaines vues par un Européen

Cet article se consacre aux voyages du botaniste berlinois Carl Friedrich Eduard Otto à travers les Amériques entre 1838 et 1841. C’est en compagnie du médecin, botaniste et zoologue Ludwig Pfeiffer ainsi que du naturaliste, ornithologue et zoologue Johann Christoph Gundlach, qu’Otto prit part à une expédition scientifique qui le mena à Cuba, aux Etats-Unis et au Venezuela. Le but de ce voyage était l’étude botanique d’une nature pure, comme Otto le présente dans son oeuvre: Récits de voyage à Cuba, en Amérique du nord et du sud (1838-1841) – un récit de voyage à la structure chronologique, qui servit de source principale aux articles suivants. A côté de la description du travail scientifique, son livre livre pourtant des informations sur les populations et d’intéressantes impressions sur la réalité sociale des régions parcourues. Cet article revient sur la description des circonstances sociales et contemporaines dans différents pays qui à maints endroits permettent la comparaison avec les observations de son illustre prédecesseur Alexandre von Humboldt.

Uno de los viajes realizados a distintas regiones de América que hasta ahora ha sido apenas estudiado es el que llevó a cabo el botánico berlinés Carl Friedrich Eduard Otto[1] en los años 1838-1841.[2] Acompañado al principio por el médico, botánico y zoólogo Ludwig Pfeiffer[3] así como por el naturalista y ornitólogo Johann Christoph Gundlach[4], formó parte de una expedición más amplia que le condujo a Cuba, a los Estados Unidos y a Venezuela. El objetivo de esta expedición era esencialmente botánico, como Otto declara en el prólogo de su narración de viaje Reiseerinnerungen an Cuba, Nord- und Südamerika 1838-1841[5], obra en la que describe cronológicamente su periplo y que constituye la fuente principal del presente trabajo.[6] En la introducción comenta que su tarea primordial consistía en crear colecciones amplias para todas las ramas de las ciencias naturales, pero especialmente se trataba de enviar plantas vivas para el Jardín Botánico y plantas secas[7] para el Real Herbario. Por lo tanto, el tipo de información que recoge de la realidad americana se centra en este objetivo; sólo en algunos lugares muestra un interés más bien superficial por la población y su composición, las ciudades o pueblos que visita, la estadística, la economía, o por otras facetas del mundo ajeno que se le presenta, pero sin profundizar en estas cuestiones.

Según lo que expone en su relato de viaje, no parece haber buscado o establecido redes científicas en América, como había sido el caso de Alexander von Humboldt cuarenta años antes.

En lo que se refiere a Cuba, la mayor parte del tiempo se dedicó a la colección de sus plantas, trabajó en solitario, y su contacto se limitó principalmente a su entorno en las plantaciones; es decir, a los propietarios de éstas. Tampoco buscó –o por lo menos no lo comentó– contacto con la Sociedad Económica de Amigos del País de Cuba. Únicamente, en relación con su vista al Jardín Botánico, mencionó que había visitado a Pedro Alejandro Auber[8], un francés que en este momento ostentaba el cargo de vicedirector de esta institución, merced a la circunstancia de que su director oficial, Ramón de la Sagra, se encontraba de viaje en París. Auber le recibió amistosamente y le guió por el Jardín con el fin de mostrarle las plantas más notables de esta institución.[9]

Durante su breve estancia en los Estados Unidos no parece que persiguiera un claro objetivo científico, más bien revela un interés general por la cultura de este país y por una sociedad americana tan distinta de la que se pudo encontrar en la América hispánica de esta época. Entre los pocos lugares en los que estuvo, aparte de distintos teatros, hay que destacar el American Museum de Nueva York y el Linnean Garden en Flushing, fundado por W. Price en 1750 que según Otto fue el primer y más importante jardín botánico en los EEUU en esta época. En este contexto, menciona haber contactado con el director Sr. Price, un familiar del fundador, pero no comenta si hubo algún tipo de intercambio científico. En Filadelfia finalmente visitó el Peale Museum, algunos jardines, los servicios municipales de agua corriente, la estación de bomberos e incluso la cárcel Eastern Penitentiary, lo que revela un interés muy variado respecto a este país norteamericano.

En Venezuela nuestro botánico volvió a desarrollar una actividad parecida a la mantenida anteriormente en Cuba; es decir, realizó viajes de exploración por distintas partes del país, se alojó en muchas ocasiones en distintas haciendas y se dedicó básicamente a los estudios botánicos y a la creación de colecciones, así como, en mucha menor medida, a alguna investigación de tipo climático y geográfico o a la observación de la población.

Cuba

En su recorrido por Cuba, las facetas de la realidad de esta isla antillana que Otto conoció, y que atrajeron su interés, fueron sobre todo la vida social y cotidiana de la población en La Habana[10], el Jardín Botánico de la capital cubana, distintas plantaciones cafetales y algunas ciudades más. Él se restringe a la parte occidental de la isla; a pesar de las considerables diferencias entre la parte oriental y occidental de Cuba, ni ello le interesa desde el punto de vista botánico ni refleja esta situación diferencial en su obra.

En lo que atañe a su referencia o inspiración científica, ésta se limitó a pocas personas, ya que en esta época había pocos antecedentes conocidos de su viaje por Cuba.[11] Estos habían sido principalmente Alexander von Humboldt (1769-1859) que durante su famosa expedición americana (1799-1804) estuvo en dos ocasiones en Cuba: desde diciembre de 1800 hasta marzo de 1801 y más de un mes entre marzo y abril de 1804[12]; y Ramón de la Sagra (1797-1871)[13], que realizó en total tres estancias en Cuba, la primera durante 5 meses en 1821, la segunda en 1823-25 y la última durante 10 meses en 1859-60.

Mientras que por una parte solamente se encuentran algunas referencias a La Sagra en la obra de Otto[14] y a J. Ries[15] en el contexto de su descripción de la esclavitud en La Habana, por otra parte abundan las referencias a Humboldt en todo su relato de viaje. Ya en la introducción hace mención al viajero prusiano, diciendo que en muchas situaciones, donde se sentía incapaz de reflejar sus impresiones de una manera apropiada, se veía obligado a hacer referencia a Humboldt y a su incomparable viaje a las regiones equinocciales[16] Además, Otto había buscado el contacto personal con Humboldt, según comenta en su obra[17], y fue a través de la ayuda del famoso sabio como había conseguido una carta de recomendación de Ramón de la Sagra para el gobernador actual, el general D. Joaquín de Ezpeleta Enrile,[18] lo que llevó a un recibimiento muy cordial.

Continuando con el análisis de la obra de Otto se observa que en esta prevalece una estructura en forma de narración cronológica del viaje, con descripciones más detalladas de algunos temas, como son la vida cotidiana de La Habana, el Jardín Botánico, algunas plantaciones, así como sus reflexiones sobre la situación de los esclavos, tratadas separadamente al final de su nueva estancia en La Habana.[19] Solamente el sexto capítulo dentro de su narración cubana es temático: se dedica al clima de Cuba, a su vegetación, a las plantas cultivadas y, en especial, al cultivo del café.[20] No se trata de una elaboración minuciosa con datos aportados de su propia investigación, sino más bien de una recopilación o enumeración de muchos datos juntos, no muy extensa o prolija en detalles, y con numerosas referencias a Humboldt.

Tampoco aporta Otto informaciones referentes al tipo de fuentes utilizado para sus elaboraciones. Parece que en la parte costumbrista se basa en su observación y reflexión propia; y una fuente para todo lo relacionado con el mundo de las plantaciones la constituyeron los propios hacendados. Además, menciona sus contactos con la elite de los diplomáticos y extranjeros allí residentes que pudieron proporcionarle informaciones y, aparte de ello, parece haber extraído muchos detalles de la obra de Humboldt.

Lo que sí se manifiesta muy bien en este texto es la ideología de Otto: era muy clasista en sus convicciones y creía firmemente en la necesidad de una sociedad estructurada en capas con claras distinciones sociales. Como será desarrollado detalladamente más adelante, su orientación se refleja nítidamente cuando expone sus reflexiones sobre la esclavitud. También en relación con la descripción del teatro del Paseo del Tacón de La Habana, Otto revela sus convicciones sociales: lo que le sorprende en este teatro es el hecho de que a todo el mundo –excepto a la gente de color– se le permite la entrada, independientemente de si viste ropa sucia o limpia, con la única condición de que pague la entrada.[21] Como vemos, este asombro ante la falta de distinción social, ante el hecho de que las diferencias no se marquen claramente en las actividades sociales y en la vestimenta tanto como en Europa, es un tema que se repite en su obra.

Al comparar la obra de Otto con la de su paisano Humboldt, aparte de las referencias directas a este último a través de una cita, se advierte una semejanza indirecta con la percepción humboldtiana en la manera de describir la Naturaleza. Tanto durante el viaje en barco, en el que elaboró determinaciones exactas de la posición geográfica, a pesar de su formación botánica, como en el momento en que observó y describió “las maravillas del mundo tropical” y las “palmeras majestuosas”[22], se advierte cierta semejanza con Humboldt. No es muy probable que estas concordancias sean puras coincidencias, sino que dejan ver más bien una profunda influencia del famoso científico en la obra de Otto sobre su viaje americano. Estas semejanzas en las descripciones permiten además cuestionarse si de verdad se trata siempre de las impresiones auténticas de Otto, o si su manera de percibirlo estaba influida por Humboldt.

Al contrario, se puede observar una diferencia significativa debido al enfoque costumbrista que Otto da a su relato. Muestra mucho más interés por la vida social de Cuba; se trata de una narración sumamente interesante y entretenida que, contando todo tipo de detalles de la vida cotidiana, sitúa al lector en la realidad de esta isla. Contiene amenas descripciones sobre la vestimenta y los hábitos de las damas de La Habana; las costumbres al llevar y administrar una casa con criados; la maneras en que organizan el día; sobre los cafés, la ópera, el teatro en la capital; pero también sobre las costumbres en las plantaciones donde pasaba largas temporadas; etc. Lo que resulta interesante es que mientras la descripción de la naturaleza es de carácter entusiasta, la descripción de la vida cotidiana está marcada por cierta objetividad o neutralidad de valores. Otto emplea un estilo con humor, pero es destacable la casi completa ausencia de juicios peyorativos sobre esta sociedad ajena –ni siquiera sobre la suciedad y el ruido, un tema tan repetido en otras descripciones de viaje– sino que se trata de una descripción objetiva de las actividades y costumbres de la gente. Esto no solamente hace que la narración sea muy interesante e informativa como lectura, sino que posea además gran valor hoy en día, al no conservarse un gran número de descripciones o fuentes de datos sobre la vida cotidiana en Cuba a finales de los años 30 del siglo XIX.

Al margen de las semejanzas anteriormente descritas resalta otro tema, donde no estuvo en línea con Humboldt; mejor dicho, donde existían diferencias abismales: en su postura ante la esclavitud en la isla antillana.

Después de haber comentado el tema de la esclavitud o la situación de los esclavos en Cuba en varios momentos de su narración de viaje sin profundizar mucho en este tema, Otto llega, casi al final de su relato referente a Cuba, a unas reflexiones sumamente interesantes sobre esta institución tan criticada por otras personas.[23]

[24]Iniciando este discurso considera que, a pesar de que la venta de los esclavos pudiera parecer indignante a todo el mundo, la manera de tratarlos no era tan dura como uno se la imaginaba en Europa. No obstante, admite que, en casos singulares, algunos propietarios sí trataban a sus esclavos de una manera muy cruel. A continuación narra que su venta se realizaba con una indiferencia total por parte de los vendedores y de los compradores, ya que se trataba de un negocio sumamente lucrativo. Como así fue sobre todo en las plantaciones donde él tuvo contacto con este sistema esclavista: tanto su descripción como sus juicios se refieren más bien a esta situación rural. En este orden de cosas vuelve a reiterar que tanto la humanidad como ciertas consideraciones económicas impiden al colono tratar mal a los esclavos a su cargo. Otto se dedica a describir la vida y las costumbres de los esclavos, destacando su estilo de vida, que le parecía inmoral, así como la inhumanidad que veía en ellos. Esto le lleva a la defensa de los plantadores que son tildados de bárbaros, por gentes que desconocen sus circunstancias, por su trato al esclavo: no pueden aceptar un comportamiento tal y es obvio que tienen que hacer todo lo posible para obligar a los negros a llevar una vida que por lo menos parezca moral, aunque admite que los castigos más severos no ayudan mucho en este sentido.

Todo esto le lleva a opinar que si el esclavo quisiera y aportara algo de su parte, podría llevar una vida tranquila, contenta y casi feliz en las plantaciones donde se le suministraba comida y alojamiento. Esta vida le parecía tan idílica porque la comparaba con la de los jornaleros alemanes de su época, que no se encontraban en las circunstancias adecuadas para llevar una vida tan libre de preocupaciones como la mayoría de los negros en las plantaciones.[25] Lo interesante en este contexto es que allí no aplicaba su propio criterio de felicidad, que está lejos de comparar con sus expectativas de una vida humana, sino que situaba como punto de referencia la situación inhumana de los jornaleros en las regiones alemanas.

Culmina su argumentación diciendo que era más bien raro que un negro tuviera que sufrir injusticias por parte de un blanco –evidentemente, privarle de su libertad y de una vida humana no lo consideraba como injusticia– y que él juzga más digno de lástima el hecho de que los blancos tengan que tratar con los negros que el negro en sí mismo. Sin querer proteger la esclavitud, como aclara Otto, opina que hay muchas personas en situaciones más miserables y con menos derechos que los esclavos cubanos; por ejemplo, los siervos rusos; y comenta las ventajas que tienen los esclavos cubanos con respecto a ellos. Además, pregunta retóricamente con qué otro pueblo, distinto de los de raza negra, sería posible introducir el comercio humano, lo cual según él caracteriza a esta etnia.[26]

Como último argumento para justificar la presencia de los esclavos en Cuba dice que una gran parte de los negros “mejores” no deseaba volver a África; solamente lo deseaban los “sujetos malos” a quienes se les había quitado en Cuba la posibilidad de robar y saquear.

Analizando todas estas reflexiones de Otto, se nota claramente que él no se caracteriza por una postura filantrópica, sino por un claro desprecio por la raza negra. Siempre aplicando su mirada centroeuropea y sus criterios morales cristianos, con un claro sentimiento de superioridad, Otto no muestra ninguna capacidad o intento de comprender la raza africana desde su propia cultura o de admitir otras pautas culturales.

Lo que resulta interesante en este contexto es el hecho de que, mientras en casi todos los capítulos relacionados con su estancia en Cuba se encuentran numerosas referencias a Humboldt, estas faltan por completo en sus elaboraciones o reflexiones sobre la esclavitud. Parece que no pretendía ni siquiera presentar otro punto de vista o bien no quiso manifestar sus diferencias con su famoso convecino. En resumen, se puede constatar que su postura ante este sistema tan inhumano resulta significativa, ya que no solamente Humboldt estuvo rotundamente en contra, sino que también otros viajero se mostraban claramente en oposición, como fue el caso de Ramón de la Sagra.[27]

Estados Unidos

Eduard Otto llega a los Estados Unidos en 1839, en plena depresión económica, siendo a la sazón presidente de esta joven república Martin van Buren (1837-1841). La primera impresión de los EEUU que comenta nuestro viajero es que, al llegar al puerto de Nueva York, no encontró una gran cantidad de –como lo llamaba él– “espíritus serviles”, que automáticamente se pusieran a su servicio sino, como recalca, allí los trabajadores “como americanos libres quieren ser llamados y pagados para estar a su entera disposición”.[28] Con la clara opinión clasista que ya había mostrado en relación a la sociedad esclavista en Cuba, no sorprende la postura de Otto en este contexto.

Esta convicción también le llevó a quejarse igual que en Cuba del acceso del gran público a los acontecimientos culturales. Así revela claramente su incomprensión acerca del hecho de que también en los EEUU se le permitiera a todo el mundo la entrada al teatro, limpio o sucio, con o sin chaqueta, incluso con mal olor de haber venido de cualquier taller; porque se consideran una nación libre y uno tiene tanto derecho como el otro.[29] Los teatros parecen haberle atraído especialmente, de manera que en distintos momentos de su descripción hace referencia a ello manifestando sus críticas al respecto. En este sentido escribe también que los bajos precios de entrada, en su opinión, tenían la desventaja de que el público muchas veces fuera “insoportable”[30]: todo el mundo entraba al teatro tal como estaban vestidos en el momento de tomar la decisión, sin vestimenta adecuada, e incluso las prostitutas de la calle tenían acceso a ello. Según él, a la gente también le faltaban los modales adecuados y comenta que en los teatros la gente incluso sacaba sus periódicos para leerlos. Pero con todo esto, Otto consideraba el comportamiento del público americano mejor que el de Inglaterra sin dar más explicaciones sobre esta interesante comparación.[31]

En este sentido resulta interesante contrastar la impresión que el igualitarismo estadounidense produce en Otto, en relación con las reflexiones que, sobre la sociedad, cultura e instituciones norteamericanas, su coetáneo Alexis de Tocqueville[32] plasmaba en su magna obra Democracia en América.[33] Si bien a Otto simplemente le perturba la supuesta insolencia de la gente vulgar, desde la mirada altanera del que se considera en un estrato superior, a Tocqueville su sagacidad le induce a preguntarse si la igualdad entre los hombres, condición cuyo alcance considera inevitable en una sociedad moderna, lleva necesariamente a la libertad y a la prosperidad o por el contrario, ante la falta de elementos estructurales, pudiera conducir a la servidumbre y la miseria.[34] Ciertamente, Otto no parece captar la oportunidad del momento histórico que está viviendo y, a diferencia de Tocqueville, se aferra exclusivamente a sus privilegios de clase sin entrever que las nuevas ideas están sentando las bases de la futura emergencia de una gran potencia.

[35]Respecto a la sociedad en general, afirma Otto que su recibimiento era amable en todas partes, pero aún así, él lo percibió más bien como una amabilidad forzada o formal, lo que en algunos momentos incluso llegó a llamar “una enorme frialdad”, sobre todo teniendo todavía presentes los vivos recuerdos de la hospitalidad que había vivido anteriormente en Cuba.

Se puede decir que tanto la ciudad de Nueva York como la de Filadelfia parecen haberle gustado bastante a nuestro viajero prusiano. De ambos sitios destacó la elegancia de sus amplias calles, de sus bonitos edificios, la limpieza en los espacios públicos, la oferta cultural allí existente y los avances técnicos fruto de la Revolución Industrial en los EEUU, tales como el ferrocarril o los barcos de vapor. También alabó los hoteles que encontró en este país por su organización, su limpieza y su elaborado servicio, así como los avances en las condiciones sociales, que se reflejaban por ejemplo en las condiciones de la cárcel en Filadelfia. En este sentido lo que le llamaba la atención en este país norteamericano era en primer lugar todo lo relacionado con su modernidad técnica y social, que evidentemente destacaba mucho tras sus estancias en las haciendas cubanas. Curiosamente no hace alusión a las evidentes diferencias políticas entre los EEUU y Cuba o también Venezuela, como lo hizo Humboldt en diferentes ocasiones, siempre este último con la mirada puesta en las ventajas de la democracia norteamericana en comparación con las sociedades que se encontraban todavía bajo condiciones coloniales.

Lo que, por el contrario, parece que le agradó menos fue sin duda alguna las costumbres o el comportamiento de la gente: en este sentido se puede mencionar tanto el trato calificado por Otto como formal o frío, como la falta de distinción social en muchos aspectos. A su juicio, algunas de las instituciones científicas tampoco estaban a la altura esperada, como expresaba sobre todo en relación con el Linnean Garden de Flushing, que respecto a plantas raras no podía competir ni con las instituciones botánicas de ciudades pequeñas de Alemania[36], así como con el American Museum de Nueva York, del que criticó la falta de organización científica.[37]

En resumen, puede afirmarse que el objeto de su comisión en territorio americano, esto es, la exploración botánica de aquella región, así como la creación de colecciones para instituciones científicas en Alemania, no fue cumplimentado durante su estancia en los Estados Unidos sin que, lamentablemente, comentase sus motivos al respecto. Aunque también visitaba jardines botánicos o museos, lo que se puede considerar como relacionado con su profesión, la estancia en los EEUU aparece más bien desvinculada de un interés científico marcado, sino cultural en general.

Venezuela

Con la llegada a Venezuela, Eduard Otto inmediatamente vuelve a sus ambiciones naturalistas. Se dedica en primer lugar a la exploración de distintas regiones, al estudio botánico de su exótico entorno, así como a la recolección de distintos objetos de interés para las ciencias naturales. Allí también se hallan de nuevo las abundantes referencias a Humboldt y su Relation historique.

Además encontramos en su obra descripciones antropológicas de la población venezolana respecto a su físico, su composición racial, su modo de vida y sus costumbres, así como reflexiones sobre estas culturas en el aspecto moral.[38] De esta forma, proporciona informaciones detalladas sobre las fiestas navideñas que pasó en La Guayra[39] así como, el año siguiente, entre los indígenas en la región del Orinoco.[40] Lo que destaca en este contexto es el hecho de que esto ocurre siempre de manera puramente descriptiva respecto a lo que se puede ver a primera instancia, sin profundizar en aspectos concretos, y a veces incluso con un tono algo peyorativo en cosas que no le parecen comprensibles a primera vista.[41] Esta actitud se manifiesta claramente en la conclusión a la que llega respecto a los indígenas, que obviamente está lejos de la mirada hacia la población autóctona que se encuentra en Humboldt:

[42]He vivido tanto tiempo entre estos indígenas y he tenido tanto que ver con ellos, siempre les he conocido como personas buenas y pacíficas y siempre les he querido más que a todos los negros. Por supuesto esto incluye que hay que aceptarles muchas cosas, casi siempre hay que darles la razón y no se les puede excitar. Se toman muy mal si alguien les rechaza lo que ellos manifiestan como un deseo.

[43]Otro aspecto que aquí vemos de nuevo es su postura poco favorable hacia el hombre de color, cuyo destino, según Otto, parecía ser únicamente la esclavitud. Tanto es así que el propio Otto comenta que en Venezuela él también viajaba con un esclavo.

Muy interesante resulta en este contexto una reflexión de Humboldt sobre la valoración de otras sociedades desde una mirada intrínsicamente ajena:

[44](...) es preciso ser circunspecto en extremo cuando se trata de decidir acerca de lo que se llama disposiciones morales o intelectuales de los pueblos que están separados de nosotros por los millares de estorbos que nacen de la diferencia de idiomas, hábitos y costumbres. El observador filósofo encuentra mucha inexactitud en cuanto se ha impreso en el centro de la culta Europa acerca del carácter nacional de los españoles, de los franceses, italianos y alemanes. ¿Cómo, pues, un viajero, con sólo haber arribado a una isla, con haber estado algun tiempo en un país remoto, puede arrogarse el derecho de sentenciar sobre la diversidad de las facultades del alma, y sobre la superioridad de la razón, del ingenio y de la imiginación de cada pueblo?

El contraste de estas dos últimas citas pone al descubierto el distinto grado de reflexión teórica sobre la subjetividad propia del observador foráneo, que encontramos en Humboldt y Otto.

En lo que se refiere a la descripción de este país, en algunos momentos se pueden encontrar mediciones y contrastes de temperatura de distintos lugares, así como pequeñas elaboraciones estadísticas de la población en el estilo de las obras de Humboldt, aunque en mucha menor medida. Aparte de esto describe las costumbres y tradiciones respecto a la Semana Santa que vivió en Caracas.[45] En relación con la capital además destaca el gran interés por la literatura que encontró; el hecho de que había grandes bibliotecas con obras francesas y españolas; que se escribían y editaban muchos libros allí mismo, además de numerosos periódicos semanales; y finalmente resulta que la música se practicaba mucho también en las casas.[46] Con esta descripción de Caracas se situaba en la misma perspectiva que Humboldt cuatro décadas antes.[47]

Respecto a su visión general de este país se puede constatar que Otto alababa de especial manera la hospitalidad en Venezuela y la amabilidad con la que él fue recibido en este país, incluso por parte de las personas más conocidas o destacadas. También hace mención a lo que él llama “progresos de la civilización” y sus diversas manifestaciones en el ámbito técnico, social y cultural[48], tema que ya en los EEUU le había llamado la atención. En referencia a la situación post-colonial en la que se encontraba Venezuela en este momento, advierte que en dos aspectos aprecia claras diferencias con Cuba debido al hecho de que el país sudamericano ya se había independizado: por una parte dice que la esclavitud tenía poca importancia en ese momento y a lo mejor llegaba pronto a su final; además, por otra parte, se da cuenta de que había apenas una pequeña diferencia social entre una persona blanca y alguien de color, de tal manera que en varios sitios de las provincias Cumaná y Guyana había gente de color ejerciendo puestos públicos.[49] Lamentablemente aquí tampoco profundiza sus reflexiones al respecto, lo que hubiera sido interesante, ya que se trata de una institución que él personalmente defendía con convicción.

Sin embargo, aunque también dedicara espacio a la población de Venezuela y a temas relacionados, su interés primordial estaba indudablemente enfocado en la naturaleza, su exploración a través de excursiones así como el estudio y la recolección de plantas. Allí cambia el estilo de sus narraciones, adoptando un mayor rigor y proporcionando los nombres exactos en latín para describir la vegetación hallada en su camino.

En general puede afirmarse, respecto a la descripción de sus excursiones, que aporta información detallada sobre las distintas mediciones o investigaciones realizadas, sobre la naturaleza en general, sobre los pueblos que encontró en el camino, así como acerca de otros acontecimientos ocurridos durante las excursiones. Se trata de descripciones muy vivas que sitúan al lector en medio de este mundo exótico, destacando aventuras y ofreciendo de esta manera una narración muy amena. También se puede decir que es una narración de viaje que pretende ser más distante, sin involucrarse en la realidad social o los acontecimientos que se le presentaban.

Conclusión

Ha podido observarse que el texto de Eduard Otto sobre las regiones de América visitadas constituye una narración costumbrista y un retrato muy interesante de la vida cotidiana de América en aquellos años.

De nuevo se ve, con el ejemplo de esta obra, que la percepción de la otra sociedad depende de cómo y dónde se ubica el autor en la suya propia. Además influye qué capacidad de abstracción tiene para comprender –o querer comprender– lo ajeno y hasta qué punto se acerca ideológicamente al otro. Allí se ven claras diferencias entre Otto y Humboldt, que se reflejan en la percepción de la otra sociedad. Estas diferencias dependen de factores tales como la procedencia, tanto social como ideológica, la convicción personal sobre diferencias sociales, la visión de la sociedad propia, así como el concepto moral que se tiene de lo que es la humanidad.

Aparte de ello, es necesario añadir otro hecho que sin duda habrá influido en sus distintas maneras de ver la ajena sociedad hispanoamericana: Otto no dominaba el idioma español –como indica en varios momentos de su obra[50]– lo que condicionó su acceso a ese escenario social y, por consiguiente, su percepción del mismo. Todo esto le lleva a la creación de un concepto o imagen de estas regiones que se basa mucho más en sus propias impresiones, y menos en su particular experiencia de inmersión en dicho entorno sociocultural. Respecto a su estancia en los EEUU se aprecia la ausencia de datos al respecto; es decir, no comenta nada sobre su capacidad de comunicar con la sociedad norteamericana en inglés o si su nivel de este idioma había sido suficiente para llegar a una más profunda comprensión de la misma.

Finalmente, otro aspecto muy interesante en la expedición americana de Eduard Otto es que con Cuba visita un país que todavía se encontraba bajo dominio español; con Venezuela, una anterior colonia española recién independizada; y con los EEUU, una sociedad libre e independiente ya hace muchas décadas, que además en esta época para muchas personas servía como modelo a seguir en la construcción de las sociedades de las nuevas republicas americanas. La diferencia en la visión de Otto de las distintas regiones de América visitadas indudablemente tiene que ver con la diferente duración de la estancia en los países visitados. Pero otro aspecto a tener en consideración es el hecho de que cada país tiene su influencia en la visión que Otto obtenía de la siguiente región, ya que en general la opinión se forma también a base de contrastes. Esto mismo destaca Otto, por ejemplo, cuando comenta la frialdad de los norteamericanos que notaba más aún al haber estado en Cuba anteriormente. En este orden de cosas puede citarse asimismo el caso de sus experiencias en la sociedad colonial cubana, con su particular visión de la esclavitud y de la nítida separación social entre los blancos y el resto de la población, que le harían destacar el hecho de que éstas no se hallaban ya en Venezuela.

Por lo tanto se puede concluir diciendo que, al menos en lo que atañe a su obra sobre el viaje americano, Otto se muestra claramente como un hijo de la época romántica, mientras su famoso antecesor establecía más bien un vínculo entre la Ilustración y el Romanticismo.

Sandra Rebok

* Trabajo realizado con un contrato I3P del CSIC y en el marco del proyecto de investigación del Ministerio de Educación y Ciencia, número BHA 2003-04414-C03-01, dirigido por el Dr. Miguel Ángel Puig-Samper.

Notes de pied de page

  1. a, b Sobre la persona de Eduard Otto se dispone relativamente de pocos datos biográficos. Se sabe de él que nació el 28 de enero de 1812 en Schöneberg (Berlín) como hijo de Christoph Friedrich Otto, un inspector de jardines, y de Friderike Wilhelmine Schröder, y que murió en 1885. Otto recibió su educación escolar en el Friedrich Wilhelm Gymnasium de Berlín y en la Königliche Realschule. Se formó en jardinería en el Jardín Botánico de Berlín y en la Jardinería Real de Potsdam; después perfeccionó sus estudios en los jardines botánicos de Londres, Edimburgo y París. De 1833 a 1835 fue empleado como ayudante en el Jardín Botánico berlinés, realizando viajes por Inglaterra, Escocia y Irlanda en los años 1834 y 1835; esta institución le encargó además llevar a cabo la expedición americana objeto de este trabajo. En el año 1844 le fue ofrecido el desempeño de un cargo en el Jardín Botánico de Hamburgo, recibiendo dos años después el título de “inspector de jardines”. Ejerció este puesto hasta 1867, fecha tras la cual se dedicó a la administración del vivero y de la jardinería del Sr. C. M. Harmsen. A partir de 1869 se estableció como horticultor en Altona, cerca de Hamburgo, manteniendo el título de inspector de jardines. Como resultado de esta labor publicó entre 1833 y 1846 distintos trabajos en la Allgemeine Gartenzeitung y editó a partir de 1848 en Hamburgo una revista de jardinería, la Hamburger Garten- und Blumenzeitung.
  2. ^ Una primera versión de este artículo, que se limita únicamente a su estancia cubana, ya ha sido publicada: Rebok, Sandra, “El viaje de Eduard Otto a la isla de Cuba (1838-1839)”. En: Opatrný, Josef (ed.), Cambios y revoluciones en el Caribe Hispano de los siglos XIX y XX. (Supplementum núm. 11 de Ibero-Americana Pragensia). Praga: Universidad Carolina, Editorial Karolinum, 2003, pp. 245-260. Otro trabajo más amplio, que abarca el viaje entero, y, además, establece un estudio comparativo con su predecesor Alexander von Humboldt, será publicado en breve en la revista Arbor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
  3. ^ Ludwig Georg Karl Pfeiffer nació en 1805 en Kassel, donde murió en 1877. Cursó en los años 1821-25 estudios de medicina en Gottinga y Marburgo, donde presentó su tesis doctoral en 1825. Ejerció a partir de 1826 como médico para las clases desfavorecidas, trabajando en 1831 en Polonia como médico militar; vivió en Cuba entre 1838 y 1839, donde aprovechó la oportunidad para reunir numerosas especies de moluscos cubanos. Realizó muchos viajes más por distintas regiones de Europa, dedicándose a estudiar la historia natural; en especial, la relacionada con los moluscos, una rama en la cual llegó a ser una de las primeras autoridades mundiales. Fruto de sus investigaciones científicas realizadas en Cuba son los trabajos: PFEIFFER, Ludwig, “Bericht über Ergebnisse meiner Reise nach Cuba im Winter 1838”, Weigmann´s Archiv, 1839, I, 346; PFEIFFER, Ludwig, “Übersicht der im Januar, Februar und März 1839 auf Cuba gesammelten Mollusken”, Weigmann´s Archiv, 1840, I, 250.
  4. ^ Johann Christoph Gundlach, considerado como uno de los importantes descubridores científicos de Cuba, nació en 1810 en Hamburgo y murió en 1896 en La Habana. Fue designado conservador del Museo de la Universidad de Marburgo, lo que le facilitó realizar estudios en dicho centro superior, graduándose como “Master of Arts” en 1837 y como Doctor en Filosofía en 1838. A partir de 1839, después de haber realizado su tesis doctoral, vivió en Cuba, donde se dedicó a la colección de caracoles e insectos, así como a la observación de las costumbres, hábitos, migraciones y utilidad de las aves. Es considerado como uno de los primeros ornitólogos de Cuba. Por su labor científica –de la que surgieron numerosas publicaciones– mereció numerosas distinciones y honores así como la pertenencia a diversas instituciones cubanas y del extranjero. Véase: DATHE, Wilfried y Rosa María GONZÁLEZ LÓPEZ, Johann Christoph Gundlach (1810-1896). Un naturalista en Cuba. Naturforscher auf Kuba. Marburg an der Lahn: Basilisken Presse, 2002.
  5. ^ OTTO, Eduard, Reiseerinnerungen an Cuba, Nord- und Südamerika 1838-1841.Berlin: Verlag der Nauckschen Buchhandlung, 1843.
  6. ^ No se conoce otro escrito suyo sobre su expedición americana; por lo tanto, las informaciones que se pudieron obtener se limitan a esta narración.
  7. ^ Otto, 1843, p. 2.
  8. ^ Pedro Alejandro Auber (El Havre, Francia, 1786 – La Habana, 1843). Llegó a España como empleado de la admi­nistración militar del ejército francés que invadió la Península, cayendo prisionero en la batalla de Bailén (1808); estudió Botánica en el Real Jardín Botánico de Madrid en los años 1811 y 1812 y completó sus estudios de medicina en el Real Hospital General de Madrid. En 1832 decidió marchar a Cuba donde colaboró enseguida con Ramón de la Sagra en el Jardín Botánico de La Habana; además, dio clases de Matemáticas y Física en La Habana. Sustituyó a Ramón de la Sagra en su función como director de esta institución; después de su muerte fue su hijo Emilio Auber quien continuó su labor. Para más información véase el capítulo sobre los naturalistas Pedro Alejandro y Emilio Auber en: PUIG-SAMPER, Miguel Ángel, Mercedes VALERO, Historia del Jardín Botánico de la Habana. Madrid/Aranjuez: CSIC/Ediciones Doce Calles, 2000.
  9. ^ Otto, 1843, p. 35.
  10. ^ La parte de su relato de viaje referente a La Habana ha sido traducido al español y publicado en: http://www.habanaelegante.com/Winter98/Ronda.htm.
  11. ^ Informaciones sobre los viajes a Cuba realizados anteriormente se encuentran en: GARCÍA GONZÁLEZ, Armando, “El coleccionismo científico en las ciencias naturales en Cuba (siglos XVII y XVIII)”. En: História e meio-ambiente o impacto da expansão europeia. Regia autónoma da Madeira: Centro de Estudios de Historia do Atlántico, Secretaría Regional do Turismo é Cultura, 1999.
  12. ^ Fruto de estas estancias y su posterior investigación es su tratado político-sociológico-económico sobre Cuba: HUMBOLDT, Alexandre de, Essai politique sur l’ile de Cuba, 2 tomos. Paris: Gide Fils, 1826.
  13. ^ Ramón de La Sagra (1797, La Coruña – 1871, Suiza), naturalista y economista. Después de haber terminado sus estudios en Madrid, fue nombrado director del Jardín Botánico de La Habana y enseñó Botánica en la capital cubana. A partir de 1832 viajó por los EEUU y volvió en 1835 a España. Aprovechó su estancia en Cuba para estudiar las plantas y la historia natural de esta isla. En los siguientes años editó varias obras sobre Cuba, destacando entre ello: SAGRA, Ramón de la, Historia Física, política y natural de la isla de Cuba, 13 tomos. Paris: Librairie de Arthus Bertrand, 1840-1861.
  14. ^ Otto, 1843, p. 104 hace referencia a la obra: LA SAGRA, Ramón de, Memorias para servir de introducción a la horticultura cubana. Nueva York: Lanuza, Mendía y C., 1827.
  15. ^ Otto da como referencia solamente el título y el nombre abreviado: Jul. Ries, “Schilderung des Treibens im Leben und Handel in Havana“. No se ha podido encontrar este trabajo ni muchas informaciones sobre el autor. Probablemente se trata de Julius Andreas Ries, nacido en Königsberg en 1772 (fecha de fallecimiento desconocida), un comerciante que viajó mucho, tenía negocios en Inglaterra y vivía en 1855 en Altona (Hamburgo).
  16. ^ Otto, 1843, prólogo.
  17. ^ Otto, 1843, p. 38.
  18. ^ Joaquín de Ezpeleta Enrile (La Habana, 1786-Madrid, 1863).
  19. ^ Otto, 1843, pp. 89-102.
  20. ^ Ibidem, pp. 102-113.
  21. ^ Otto, 1843, p. 40.
  22. ^ Ibidem, p. 23
  23. ^ Ibidem, pp. 89-101.
  24. ^ Ibidem, p. 98. En el original: “Dass die Pflanzer, die von den strengen, mit den näheren Umständen unbekannten Richtern und Philanthropen als Unmenschen und Barbaren verdammt werden, ein solches Leben nicht billigen können, sondern Alles thun, die Neger zu einem zumindest äusserlich moralischen Leben zu zwingen, versteht sich von selbst; aber nur selten sieht man den geringsten Erfolg davon, und die füchterlichsten Strafen richten oft in dieser Hinsicht nichts aus.“
  25. ^ Ibidem, p. 98. En el original: “Wie viele Tausende unserer deutschen Tagelöhner sind wohl im Stande, ein solches sorgenfreies Leben zu führen, wie es die meisten Neger auf den Pflanzungen können?“
  26. ^ Ibidem, p. 101.
  27. ^ Véase: CAMBRÓN INFANTE, Ascensión, “Una defensa liberal de los derechos fundamentales: Ramón de la Sagra y el problema de la esclavitud en Cuba”. En: Ramón de la Sagra y Cuba. Actas del congreso celebrado en París. La Coruña: Ediciós do Castro, 1992.
  28. ^ Otto, 1843, p. 118. En el original: “(...) aber kein Führer derselben meldete sich; sie wollten als freie Amerikaner erst aufgefordert und gebeten sein, für Geld einen Dienst zu verrichten.“
  29. ^ Ibidem, p. 141. En el original: “Ob schmutzig oder rein, ob mit oder ohne Jacke, Jeder wird eingelassen, denn es ist eine freie Nation und Einer hat so viel Recht als der Andere. Die Gerüche und Ausdünstungen solcher, vielleicht aus irgendeiner Werkstatt kommenden Leute, sind nicht immer die feinsten, werden aber zum Glück, so viel als möglich, von den unmittelbar daneben sitzenden feinen Herren und Damen, die wieder einen ganzen Parfümerie Laden an sich tragen, gedämpft.“
  30. ^ Ibidem, p. 122.
  31. ^ Idem.
  32. ^ Alexis de Tocqueville (París, Francia, 1805 – Cannes, Francia, 1859). Aristócrata y funcionario francés que, a pesar de los excesos de la revolución francesa en pro de la igualdad, desarrolló una viva pasión por el gobierno democrático. Durante nueve meses, entre 1831 y 1832, junto con su amigo Gustave de Beaumont, visitó los Estados Unidos a fin de elaborar un informe sobre el sistema penal de dicho país. Las impresiones de este viaje le motivarían lo suficiente para publicar, entre 1835 y 1840 los cuatro volúmenes de su gran obra, De la démocratie en Amérique.
  33. ^ TOCQUEVILLE, Alexis de, Democracy in America. New York: Bantam Books, 2000, p. 888.
  34. ^ Ibidem, volumen II, libro 4º, capítulo VIII, p. 888.
  35. ^ Otto, 1843, p. 120.
  36. ^ Ibidem, p. 125.
  37. ^ Ibidem, p. 139.
  38. ^ Ibidem, pp. 150-152.
  39. ^ Ibidem, pp. 153-158.
  40. ^ Ibidem, pp. 300-303.
  41. ^ Véase por ejemplo pp. 302-308.
  42. ^ Ibidem, p. 207. En el original: “So lange ich auch unter diesen hier erwähnten Indianern gelebt habe, und so viel ich mit ihnen zu thun hatte, so habe ich sie immer als gute und friedliebende Menschen kennen gelernt und sie viel lieber gemocht als alle Neger. Es gehört freilich dazu, dass man ihnen manches gestatten muss, man muss ihnen beinahe stets Recht geben und darf sie nicht reitzen. Sie nehmen es sehr übel, wenn man ihnen abschlägt, was sie als Wunsch zu erkennen geben.“
  43. ^ Ibidem, p. 299.
  44. ^ HUMBOLDT, Alejandro de, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España. México: Porrúa, 2002, p. 64.
  45. ^ Ibidem, pp. 189-193.
  46. ^ Ibidem, p. 169.
  47. ^ HUMBOLDT, Alejandro de, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas: Monte Avila Editores, 1991, vol. 3, pp. 75-76.
  48. ^ Ibidem, pp. 166-167.
  49. ^ Ibidem, p. 167.
  50. ^ Por ejemplo en la p. 48 y p. 58.

Référence électronique

Sandra REBOK, « EL VIAJE AMERICANO DEL BOTÁNICO ALEMÁN EDUARD OTTO », Astrolabe - ISSN 2102-538X [En ligne], Janvier / Février 2008, mis en ligne le 30/07/2018, URL : https://www.crlv.org/articles/el-viaje-americano-del-botanico-aleman-eduard-otto